Morir culpando al cáncer
- miguelrpo91
- 12 oct 2024
- 4 Min. de lectura

¿Qué sentimos cuando alcanzamos un logro, superamos un reto o culminamos una meta? Ganar un examen importante, finalizar con éxito un proyecto, salir victoriosos de un juego, son experiencias que nos llena de vitalidad y paz, nos recuerda lo capaces que somos e impulsa a confiar en nosotros. Se siente bien ganar, cumplir sueños y retos: alcanzar una meta os llena el alma.
Seguramente no son solo los exámenes o juegos que ganemos, o los proyectos que alcanzamos, los que nos llenan de energía para vivir. La vida está llena de experiencias que nos traen grandes beneficios para alimentar y elevar nuestras energías y ganas de seguir viviendo. Sin embargo, también existen varias circunstancias que le quitan el color a nuestra realidad, situaciones de caos que opacan el camino y lo vuelven difícil de transitar. Constantemente nos topamos con experiencias que nos impactan negativamente, es inevitable, sin embargo, es nuestro deber asumir nuestra realidad y aceptarla tal y como es.
Para que exista una situación de caos en nuestra vida es necesario que ésta sea activada por algo o alguien. Nada pasa porque sí. Y en la realidad dual en la que vivimos, buscamos siempre la razón, origen o el “culpable” de toda experiencia en la que estemos envueltos.
Hoy quiero hablar de una pequeña pero poderosa palabra, y para ello, deseo primero traer un ejemplo (sólo un pequeño ejemplo) de la vida que es “normal” encontrarla en nuestro alrededor.
Una mujer joven camina sola por una calle oscura, un grupo de hombres le roban sus pertenencias, abusan sexualmente de ella “pero" la dejan con vida, tirada en el suelo, sin ropa y muy delicada. Aquella mujer logra llegar a un hospital y allí le curan todas sus heridas (físicas). Ella decide seguir con su vida, sin embargo, los recuerdos de aquel día no desaparecen y crean en ella un sentimiento de venganza tan grande, que logra desarrollar un plan para encontrar a quienes abusaron de ella y poder matarlos, pensando que sólo así ella logrará sanar sus heridas (emocionales) y seguir viviendo más tranquila.
Comencé preguntándome qué genera en nosotros el haber alcanzado el éxito, el logro de un proyecto. Esto genera en nosotros un sinfín de emociones que nos llenan el ama, nos dan energía para vivir. Pero ¿crees que la venganza también nos llene el alma y nos brinde energía para vivir? Soy de los que cree que la venganza tan sólo nos hace seguir viviendo en separación entre los humanos, nos aleja del amor y de vivir en unidad. Lo sé, sueno muy poético, pero ¿acaso la vida misma no es poesía?
No quiero realmente entrar en temas existenciales o morales, tan sólo quiero sembrar en la sociedad la duda, que nos empecemos a preguntar si queremos que la venganza siga haciendo parte de nuestra sociedad. Quiero más bien proponer que el Perdón tenga más peso entre nosotros los seres humanos y de todo el amor que éste necesita para existir.
El perdón es la mayor expresión de amor hacia nosotros mismos y hacia los demás, hacia toda la ignorancia que nos rodea, es amar más la unidad que la separación, es preferir crecer y unir en vez de separar y destruir. El perdón es una capacidad con la que todos los seres humanos nacemos; nos pertenece. Sin embargo, el inconsciente y afanado colectivo durante años prefirió alimentar la sed de venganza y nuestro falso deseo de ejercer justicia a quien actúa “en contra” de nuestras leyes o creencias, sin siquiera tener en cuenta el amor que habita en y a través de nosotros. El mundo ha venido preparando humanos para luchar y sobrevivir a toda costa, pasando por encima de los demás, ignorando nuestros mayores valores que nos hacen únicos; el amor, la compasión y nuestro sentimiento que todos somos uno.
Soy consciente que un abuso sexual conlleva un inmenso caos en la vida de quien lo sufre, sin embargo, soy de los que cree que nadie es culpable de esas experiencias, tan sólo debemos asumir la realidad de la vida que tenemos frente a nosotros. Recordemos que nada pasa “porque sí”: todo tiene un propósito en nuestra vida, y un abuso sexual no es la excepción. Es “fácil” culpar a un violador y dedicarnos para que la justicia le haga “pagar” por sus acciones, pero ¿qué me dices de una enfermedad terminal? Si aquella mujer pensaba que vengándose podría encontrar paz al saber que se hizo justicia, ¿qué pasa si te dijera que, en vez de un abuso sexual, ella llegara a padecer de un cáncer que acabaría con su vida en pocos meses? ¿Será que ella también se dedicaría a buscar un culpable para encontrar paz en su vida y hacer justicia por su afección física? Vamos, sólo intento poner un ejemplo (sólo un pequeño ejemplo) para sembrar en ti, en la sociedad, las semillas de aquella palabra que tanto nos cuesta; retomar el poder del Perdón que todos tenemos.
¿Qué sería de la vida de nosotros los seres humanos si actuamos con amor y abiertos al Perdón, a actuar con misericordia y compasión? Sin buscar víctimas ni victimarios, tan sólo asumiendo nuestra realidad, llena de caos, pero también de triunfos y alegrías. ¿Qué sería de nuestro futuro si perdonamos, con amor, a todo aquél que nos hizo vivir experiencias amargas, que a la larga tienen un hermoso y perfecto propósito?
Sé que es difícil, pero comencemos a perdonarnos a nosotros mismos por los “errores” que cometemos, a perdonar aquellas pequeñas “equivocaciones” de los demás, siempre actuando con amor, entendiendo que todos somos unos y que vinimos a aprender a través de experiencias humanas. Al final crearemos un mundo en donde se nos permitirá, sin juicios, trascender toda limitación que nuestras almas vinieron a sanar.
Suelta la venganza, reconoce tu amor, asume tu realidad, perdona y trasciende. Ese es el camino para que todos lleguemos a Dios, a la unidad.
Namásté
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